miércoles, 12 de junio de 2019

La pobre viejecita/ Rafael Pombo/ Papalotla Tlaxcala


El pasado 12 de abril, estuvimos festejando el mes del niño, en el municipio de Papalotla, en Tlaxcala, en su casa de cultura.

 Editamos un poema de Rafael Pombo, autor colombiano del siglo XIX. Así, leímos e ilustramos a "La pobre Viejecita" Después de hablar un poco sobre la geografía de Sudamérica, el contexto de Colombia recién independizado de España, de los colores de la bandera de Colombia, y de las proximidades que nos unen, la música y las cadencias distintas en la lengua, así como algunas palabras que significan cosas diferentes a través del tiempo y el espacio. Camilo nos enseñó,  por ejemplo, que la patilla de allá que acá es sandía o el miquito que allá es changuito, o lo que allá es "tantico" acá es "tantito"


Te dejamos unas fotos de un taller que recordaremos en el corazón por mucho tiempo y también el poema que trabajamos en el libro :) 

Érase una viejecita 
Sin nadita que comer 
Sino carnes, frutas, dulces, 
Tortas, huevos, pan y pez

Bebía caldo, chocolate, 
Leche, vino, té y café, 
Y la pobre no encontraba 
Qué comer ni qué beber.

Y esta vieja no tenía 
Ni un ranchito en que vivir 
Fuera de una casa grande 
Con su huerta y su jardín

Nadie, nadie la cuidaba 
Sino Andrés y Juan y Gil 
Y ocho criados y dos pajes 
De librea y corbatín

Nunca tuvo en qué sentarse 
Sino sillas y sofás 
Con banquitos y cojines 
Y resorte al espaldar

Ni otra cama que una grande 
Más dorada que un altar, 
Con colchón de blanda pluma, 
Mucha seda y mucho olán.

Y esta pobre viejecita 
Cada año, hasta su fin, 
Tuvo un año más de vieja 
Y uno menos que vivir

Y al mirarse en el espejo 
La espantaba siempre allí 
Otra vieja de antiparras, 
Papalina y peluquín.

Y esta pobre viejecita 
No tenía que vestir 
Sino trajes de mil cortes 
Y de telas mil y mil.

Y a no ser por sus zapatos, 
Chanclas, botas y escarpín, 
Descalcita por el suelo 
Anduviera la infeliz

Apetito nunca tuvo 
Acabando de comer, 
Ni gozó salud completa 
Cuando no se hallaba bien

Se murió del mal de arrugas, 
Ya encorvada como un tres, 
Y jamás volvió a quejarse 
Ni de hambre ni de sed.

Y esta pobre viejecita 
Al morir no dejó más 
Que onzas, joyas, tierras, casas, 
Ocho gatos y un turpial

Duerma en paz, y Dios permita 
Que logremos disfrutar 
Las pobrezas de esa pobre 
Y morir del mismo mal.
RAFAEL POMBO REBOLLEDO























1 comentario:

  1. Gran trabajo el que hacen por la infancia, éxitos en esa loable labor.

    ResponderEliminar