sábado, 14 de marzo de 2020

La experiencia de la poesía/ Taller con Licenciatura en Educación Inicial BINE


Foto del recuerdo, con el grupo de 4 semestre de la Licenciatura en Educación Inicial del BINE


Ayer, Lalo, Karen, Camilo, Aby y yo, visitamos a las alumnas de la licenciatura en Educación inicial del BINE (Benemérito Instituto Normal del Estado) Cobijadas por su profesora de iniciación a la lectura, Elda Juárez, quien ha logrado transmitir su amor por los libros, de formas muy distintas y muy variadas, entre ellas, invitándonos a nosotros, a su espacio seguro en aula, a compartir nuestro quehacer como mediadores y editores de poesía. 
El día comenzó soleado, caluroso, con muchas espectativas y muchas ganas de compartir lectura con estas jóvenes, futuras encargadas de centros educativos especializados en los más pequeños, niños de 0 a 3 años, quienes también, tienen derecho a la lectura. 
Colgamos tendederos entre las ventanas del salón, atravesando como líneas el espacio que pronto, se convertiría en un exhibidor de mapas y banderas. Colocamos nuestro nuevo tapete de cuatro colores y sobre éste, los libros que presentaríamos durante el taller. Había libros gordos y libros flacos, libros de fibras misteriosas, de madera, de cartón grueso, otros con muchas letras y otros sin una sola letra. Unos en español, otros en francés, unos más traducidos de otras lenguas. Había también una melódica, crayolas, pinturas y 30 libros cartoneros, junto conmigo, esperando a ser intervenidos.
Rompimos un poco el hielo, comenzando a hablar de un poema, uno que todos conocíamos, pero nadie sabía que conocía. Inesperadamente, Camilo, tomó un libro de 450 páginas, del poeta José Asunción Silva. Sin ningún dibujo ¿es eso una lectura para bebés? Lo es: Aserrín, aserrán/ los maderos de San Juan/ piden pan, no les dan/ piden queso, les dan un hueso/ Un texto del siglo XIX, escrito por un poeta sudamericano, es ahora un clásico canto para niños, bebés y adultos de muchos países ‘
Después, sacamos el libro "zapato", un libro que también puede cantarse y que cantamos junto con la melódica y con apláusos, con voz baja y con voz muy fuerte. Siguió el Ate con Queso y que es in-des-truc-tible..., el libro que también es volante, el Principito y el sombrero de fieltro/ la boa aterradora que come elefantes. Platicamos nuestras experiencias en torno a los libros, de los amigos que hemos hecho y de los muros que hemos pintado, de los viajes, de las lecturas, de hacer comunidad en torno a un libro, a la palabra. Abrimos una conversación con el decálogo del lector de Daniel Pennac, que sigue sorprendiendo a todos con "su derecho a no leer". 
A mitad del taller, proyectamos nuestra experiencia de tres días en torno al poema volcanes. Los 220 (ahora 250) lectores que han circundado el poema y nuestra edición de muchas formas. El diálogo que hemos hecho con chicos y con grandes, con abuelitos, con mamás, papás, con niños, bebés, con muralistas y con académicos. Creemos en lo intergeneracional y en las posibilidades de leer, un poema poderoso, con todos, realmente con todos. 
Estamos felices de compartir lectura y formas de lectura con futuras maestras, porque sabemos que en ellas, habita la posibilidad de construir muchos nuevos lectores. Son semilla y son árbol que cobija, da sombra e ilumina. Creemos también en lo que Marie Bonnafé, en su libro: Los libros, eso es bueno para los bebés, dice: "Los bebés saben que el texto tiene un valor" y lo peor que podemos hacer como mediadores y guías, es renunciar a enseñar, un lector nunca es demasiado pequeño para explorar y conocer el mundo a través de los libros. A los bebés, ¡sí les gustan los libros! Fuimos cerrando el taller, con experiencias, mientras las chicas pintaban y escuchaban leernos con susurradores o en voz alta. Después de leer oír a Camilo con su voz de monstruo colombiano, a Karen y su gran sala de grandes lectores, a Lalo citando a Michel Petit y a Freire y a Galeano, a Aby cantando un libro. Nos fuimos despidiendo. 
Pudimos leer algunas notas que las chicas reflexionaron al terminar la clase y que mantendremos en el corazón, esperando que sean semilla y den frutos y que esos lectores que cultivan crezcan y se vuelquen en amor en torno a los libros, para tejer comunidad. 
Gracias a Elda Juárez, por convocarnos a compartir lectura, a las alumnas por su tiempo, por dejarnos entrar a su espacio seguro, por regalarnos felicidad en estos tiempos donde es tan difícil compartir y conversar. Ya despidiéndonos, el conserje, Don Aarón, nos invitó unos sándwiches, porque notó que "las niñas salieron muy contentas del taller".

Atentamente, Tegus el toro poético imaginario.