lunes, 3 de febrero de 2020

Grandes Lectores/ San Baltazar Tetela/ Ruperta Bautista

Foto de recuerdo, Taller de libro cartonero "Esencia del Tiempo" de Ruperta Bautista en la Sala de Lectura "Grandes Lectores" De Buenavista, San Baltazar Tetela, Puebla. 


El pasado Sábado primero de febrero, Lalo, Camilo, Aby, Karen, Pamela y yo, visitamos San Baltazar Tetela, un espacio que parece un caminito de tierra en el agua. Comenzamos el año, con una actividad muy potente, llena de niños, mamás y libros recuperados. Se inauguró la sala de lectura  "Grandes Lectores" en la colonia Buenavista, de la junta auxiliar de San Baltazar Tetela, gracias a la gestión de nuestra colaboradora y amiga: Karen Jiménez. El comité de agua, la panga y la inspectoría, se unieron para dar recursos a la apertura de la sala, ahora hay tapetes, un mural, juegos y sobre todo, mucho apoyo comunitario para que esta sala siga girando en lecturas. 

Comenzamos el día colgando libros y mapas en un tendedero que atravesaba la biblioteca y la sala. Lalo, Rojo y Chucho, llegaron en bicicletas cargadas de pintura, y comenzaron a planear su mural con aerosoles y pintura de muchos colores, todo, en torno al poema que leeríamos en un rato: Esencia del tiempo de Ruperta Bautista. Sacamos las mesas y los niños comenzaron a arremolinarse, al llegar, nos esperaban unos cinco niños y después comenzaron a llegar diez y luego veinte hasta sumar cincuenta, el número de libros que teníamos para dar no alcanzaron, las mesas tampoco. Nos sentimos tristes porque faltaron libros para repartir, pero nadie se quedó sin pintar, o sin escuchar el poema, porque los susurradores comenzaron a accionarse, al oído y después en voz alta, algunos niños, compartieron libro.
En algunas mesas pudimos escuchar el poema original, en lengua Tostsil, leído por la misma Ruperta. En otra, pudimos escuchar, gracias a la señora Obdulia, una asistente y habitante de Tetela desde niña, sus recuerdos de la laguna, los peces de colores, los pescadores o los nadadores que atravesaban el agua. Los niños pintaban diferentes tonos de la laguna, hablamos del lirio y el musgo, de la serenata transparente que llega de mañana y despierta al pueblo, las posibilidades de soñar una laguna, cómo antes fue, azul y cristalina, y que hoy refleja los volcanes y las nubes. Muchos niños dibujaron la panga, que transporta autos, personas, canastas con guajes, fruta, cacahuates y sobre todo, muchas historias. Todo eso comenzó a albergarse en los libros, junto con los toros, las balsas; los burritos y mulas que merodean la laguna. 

Después del taller de libro cartonero, los espacios comenzaron a cambiar, Meredith y Mizra, llegaron con un montón de libros bajo los brazos y los recibió la foto de cierre del taller, con cincuenta niños con los brazos arriba mostrando orgullosos su libro. Carlos, intentaba tomar una foto donde todos salieran en la foto; lo logró. Mere estaba con una sonrisa enorme, sorprendida de la convocatoria y lista como siempre para leer, este día: "Vamos a cazar un oso". - ¿A quién le gusta gritar y correr?- y unas treinta manitas se levantaron y giraron en torno a Mere y su libro, quien nos demostró que se puede leer caminando, corriendo, acostados o a gatas, no sólo en un círculo sino en todo un patio. Al mismo tiempo, también para esos niños que no gustan de correr o gritar, o en este caso no podían hacerlo, inició el taller de Sara, Yolanda y Anabel, con un montón de mandalas que nos arropó en el lado de la sombra de la inspectoría. 

Otros más, chicos y grandes, se acercaron a la zona de los tapetes, donde estaban los libros nuevos, algunos hasta con celofán como el de Nelson Mandela de ediciones Tecolote, que recibimos como donación por parte de Alas y Raíces Puebla. Los libros, como los niños, convivían con algunos otros rescatados de la biblioteca, también ofertamos algunos títulos del acervo del Programa Nacional de Salas de Lectura, de la sala Tegus. Las mamás comenzaron a leer con los niños y algunos otros, solos. Porque la lectura también es una actividad que puede hacerse, o solitaria o en compañía. Carlos y Pamela estaban sorprendidos de algunas historias, particularmente sobre los libros de Anthony Brown y de los comentarios que derivaron del mismo, descubriendo nuevos discursos y sobre todo, felices de saber que esos libros "infantiles" también podían hablarles a ellos. 

Al final, comimos juntos y platicamos de todos los proyectos que tenemos para ese espacio que es como un lienzo nuevo donde podremos no sólo pintar, sino jugar en la plaza. Ya estamos a nada de dar más vida a esta sala, que comenzó con colores, juegos, risas y mucho entusiasmo. Vienen funciones de danza y cine, de nuevas lecturas y de recuperación de muchas más historias, creemos que la literatura es una potencia incontrolable que ilumina y da voz y escucha. 


Atte, Tegus el Toro poético imaginario.




























































































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